La
historia de esta tierra aún vería momentos difíciles con ocasión de la
guerra entre el rey pamplonés y Ramiro I de Aragón, ambos hermanos y sucesores
de Sancho el Mayor, quien por su testamento había separado el territorio
aragonés del de Navarra convirtiéndolo en reino. En esa campaña esta villa
verá pasar al ejército aragonés, en 1043, camino de Biel y Tafalla, poniendo
fin a una posible dominación navarra sobre la zona del oeste del Gállego.
Desde 1033, por designios de Sancho el Mayor,
Agüero será una de las tenencias aragonesas que defiendan el reino pirenaico
en la zona del Gállego. Una tenencia que -adaptada a los accidentes naturales
del país- respondía a un conjunto de castillos en las sierras Guillén,
Carbonera y Valdelosica, es decir, a Uncastillo, Luesia, Biel y Murillo.
Esta tenencia de frontera estará centrada en el castillo agüerano, que
será la base de la comitiva militar del tenente o seníor y tendrá un pequeño
territorio alrededor, del que el Señor sacará tributos para sostener la
plaza.
El primer tenente sería Jimeno lñiguez,
a quien sucedería su hijo Fortún antes de 1036. En el año 1068 estará
Fortún Iñigones como «alférez, en Agüero y en Riglos». El 4 de septiembre
de 1 092 ya ocupará la tenencia Fortún López, «alférez, en Agüero y en
Riglos». Estos datos nos hacen detectar la coincidencia de que, en el
siglo XI, dos tenentes de Agüero forman parte de la corte real aragonesa
en cuanto que ocupan el cargo de alférez. Este cargo tenía que ser ocupado
por personas de buen linaje, ya que le correspondía al alférez guiar el
ejército real cuando el monarca no iba a la guerra. Este dato, en extremo
curioso, nos lleva a pensar en una familia de tenentes de Agüero que ocupan
el cargo de alférez real, es decir, en la vinculación al cargo de unas
tenencias fronterizas de importancia.
A la vista de los documentos de la época
se ve que la zona de Agüero
y sus Mallos es entendida como una zona definida geográficamente y con
personalidad propia; una comarca fronteriza en la que tienen propiedades
ilustres personajes aragoneses de momento. Curioso es a este respecto
el testamento que hacen Oriol lñíguez y su esposa, antes de iniciar una
peregrinación en 1057, por el que sabemos que tenían dos casas: una en
Abós y otra en Agüero, con once camas, una cama con pabellón, veintidós
colchones, un cobertor de seda, una manta, dos pares de sábanas rayadas,
seis vasos de plata, pieles, espadas, espuelas, cinturón y montura de
plata, casco de hierro y capa de seda ubaidí para cerrar el atuendo militar.
Todo esto acabará siendo propiedad de San Juan de la Peña, por donación
de un hijo de éstos llamado Fortuño Oriol.
Sobre esta definida entidad geográfica nacerá
y vivirá el curioso Reino de los Mallos, un minúsculo estado que tendrá
su institucionalización por obra de Pedro I de Aragón y la tolerancia
de su hermano Alfonso I el Batallador. Su monarca será una mujer: la reina
doña Berta, una italiana que contrajo matrimonio con el rey Pedro I, en
la catedral de Huesca, el domingo 16 de agosto de 1097.
Con ocasión de la boda regia, don Pedro
dotó a su esposa con un pequeño territorio y con algunos bienes sitos
en Huesca, Sangarrén y una almunia emplazada entre Berbegal y Monterroyo.
Con
estos territorios se formaría un minúsculo estado en los límites de la
montaña aragonesa. Formarán parte de él, los lugares de Agüero, Murillo,
Riglos, Marcuello y Ayerbe, completándolos los territorios de Sangarrén
y Callén, unidad separada y enclavada en la Hoya oscense y a orillas del
río Flumen.
Tras emitir varios documentos, hechos por
el escriba de la reina -el capellán Juan-, podemos saber que la reina
doña Berta gobernó «bajo la gracia de mi señor el rey don Pedro, que está
ya muerto, y con el amor del dicho cuñado mio», Alfonso. Uno de estos
documentos, de 1105, nos habla que doña Berta concedió al obispo Esteban
la novena que acostumbraban dar los pobladores de San Félix: que pastan
las bestias en los montes de Agüero y que, aquellos, corten leña, madera,
bellotas y, además de otras cosas, hierba.
El reino de los Mallos, centrado en el territorio
de Agüero, desaparecerá en torno al año 1110. Una vida efímera para el
dominio de una mujer que ejerció de reina -caso único- dentro de las tierras
del Reino de Aragón y existiendo un monarca titular del trono de
los Ramírez. Avatares del destino, el reino fue mermándose en sus exiguos
territorios hasta pasar totalmente a la corona de Batallador quien, después
de terminar con esta anomalía política, entregó el distrito militar a
Castañ, un personaje franco amigo de infancia del rey aragonés, quien
aún gobernará la plaza en 1137 tras morir su protector.
Castañ, conocido también como Castán de
Biel, gobierna Agüero, Biel, Aniés, Chalamera, Murillo de Gállego y Riglos
desde 1110. En 1134 aún posee la tenencia de Murillo y en 1137 tiene las
de Riglos y Agüero. A éste le sucederá Loferrench, quien sería tenente
y señor de Agüero entre abril de 1155 y octubre de 1162. Después ocuparía
también el señorío de Luna, concretamente entre 1162 y 1172.
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