Monumento Nacional

     A unos setecientos metros al Este del casco urbano de Agüero, se levanta un espléndido edificio de estilo románico que siempre ha sido tenido como ermita del lugar, aunque su magnificencia denota que su condición de ermita es sólo una impresión puramente topográfica. Notas documentales sobre este templo no hay, excepción hecha de dos referencias pertenecientes a unas visitas episcopales. Por la primera sabemos que, en esta ermita, existe en 1786 una Cofradía de Hidalgos de Santiago de Agüero; por la segunda conocemos cómo, en l805, se ordena que sea una de las pocas ermitas que quede con culto. El edificio es del siglo XIl; fue  Iglesia inacabada de Santiago descubierto y publicado por Ricardo del Arco en 1919 y ha sido estudiado por Sanvicente (1970). Consta de un conjunto de tres ábsides que se abren a otros tantos espacios que constituyen el primer tramo de las tres naves del templo. Cerrado precipitadamente con un muro que cubre los tres arcos de comunicación de este primer tramo con el que le seguiría, fue cubierto con tres bóvedas de cañón apuntado y perpendicular al ábside que le corresponde. En el lado sur de este primer tramo se abrió la puerta de ingreso al templo, recientemente restaurado por Bellas Artes con gran acierto.
     El primer problema con que nos encontramos, es el de la paternidad de la iglesia. Intentar saber cuál fue el motivo de esta edificación y quién ordenó su obra, es una incógnita muy difícil de despejar. No parece fuera fundación real, ni siquiera obra de patronazgo de alguna familia noble de la zona. Sólo nos queda pensar que fuera un edificio construido por alguna Orden Militar o por algún poderoso monasterio. De estas dos opciones descartamos la primera ya que no encontramos ninguna relación entre esta villa y las Ordenes conocidas. Y respecto a la segunda, como mera hipótesis, vamos a intentar demostrar las vinculaciones existentes entre San Juan de la Peña y esta zona de Agüero.
     La Real Casa y Panteón de San Juan había recibido, a fines del siglo XI, un amplio conjunto de tierras y propiedades en la zona de Agüero. Propiedades que habían sido donadas por sus dueños a los diferentes cenobios que, más tarde, pasaron a depender del monasterio pinatense. Bienes territoriales que dejarán de mencionarse tras los graves sucesos que pusieron fin al abaciazgo de Juan. Este monje gobernó el monasterio hasta el año 1170, fecha en la que fue destituido del cargo y expulsado de reino aragonés. El motivo de todo este suceso, en el que van a tener que intervenir el Papa Adriano IV y el príncipe Ramón Berenguer IV de Aragón, se sabe que es la mala administración y los excesivos gastos ocasionados del mandato del abad Juan. El caso es que, por estos años, se deja sin terminar el bello claustro románico del monasterio pinatense y, para salvar al cenobio de la ruina, Ramón Berenguer IV ofrece una serie de donaciones. La iglesia de Santiago de Agüero bien pudiera ser otra obra de este abad, obra en consecuencia inacabada como podemos ver al contemplarla.  Capitel con la famosa bailarina El motivo de su construcción habría sido el de lograr un mayor acercamiento a los centros de decisión política. El monasterio de San Juan de la Peña se ha quedado fuera de la órbita de influencia, la capital ya está en Zaragoza aunque Huesca, por su situación en los caminos de la Corona aragonesa, sigue siendo punto importante de decisión. Allí, en la ciudad, el cenobio pinatense sólo posee una iglesia y lo más cercano que domina está en Agüero. Esta iglesia podría haber sido el primer jalón para el traslado del monasterio a un sitio más cercano a la monarquía, a unos reyes que no suben con la frecuencia que antaño. Además, esta iglesia de Santiago la encontramos totalmente relacionada con una serie de edificios en las Cinco Villas, algunos dominios de San Juan de la Peña, que se terminan y consagran entre 1170 y 1191 . Las columnas contrafuerte, tan típicas de este templo agüerano, las encontramos en la iglesia de Puilampa y en la de San Miguel de Daroca.
     Las bóvedas de cañón apuntado están en varias obras de las Cinco Villas y el mismo tipo de cubierta absidial -bóveda sobre 10 nervios- tiene Santa María de Ejea. También habrá conexiones entre estas zonas en la escultura de Santiago de Agüero, obra de gran importancia y próxima a la transición al gótico. El tímpano de la portada sur, única realizada, presenta una bella Epifanía. Apoyada sobre dos modillones esculpidos en forma de animal andrófago -de¡ que salen hombre (lado derecho) y una mujer-, la escena de la Adoración de los Magos Agüero ofrece un precioso precedente para las Epifanías del Cuatroccento italiano. El mismo tímpano, con el mismo tema, tenemos en la iglesia de San MIguel de Biota y en la de San Nicolás de Frago, ambas en la comarca de las Cinco Villas. En esta portada hay una preciosa colección de nueve capiteles, que se colocaron en dos fases, en los que podemos ver escenas de centauros, fieras devorando a su presa, luchas de caballeros y el famosísimo tema de la bailarina. En la parte interior de la portada también podemos ver unas escenas de luchas entre guerreros -luchas en las que al musulmán se le representa con escudo redondo y al cristiano con uno apuntado- a caballo. La célebre bailarina, obra que puede servir como firma de¡ que denominamos Maestro de Agüero y que pensamos nada tiene que ver con el conocido Maestro de San Juan de la Peña, es un tema frecuente en las Cinco Villas -Biota, El Frago, Ejea-, en un capitel de San Pedro el Viejo de Huesca y en una escena del ábside románico de la Seo de Zaragoza. Representa a Salomé y se nos presenta en dos tipos: uno iniciando la danza con un arpista y el otro en una actitud increíblemente distorsionada, sueltos los cabellos y acompañada por un pequeño solista de gorro puntiagudo.
      En el interior del templo, en el ábside central hay una arquería de arcos ciegos que intenta suprimir la antiesteticidad del muro. Allí hay decoraciones preferentemente de gustos geométricos en las que se introducen elementos de tipo figurativo: monstruos sujetando vides, cabezas, una curiosa cara en el segundo capitel de la derecha y abundantes muestras geométricas de círculos anudados, abiertos o con nudo cerrado, entrelazos....  Abside de la Iglesia de Santiago que nos parecen similares y de la misma mano que los detalles idénticos de la portada de la iglesia cincovillera de Puilampa, obra en la que trabajó el maestro Bernardo y se terminó antes de 1191. En el exterior de este ábside central hay una imposta esculturada que es de la misma autoría que otra, interior, situada en el ábside de la Epístola. Este friso interior, de apenas catorce centímetros de altura, narra una serie de escenas de la vida de Cristo: concretamente de la Infancia y Nacimiento. Todas las escenas están enmarcadas entre hojas y frutos, cuyas curvas crean un cierto ritmo que genera sensación de movimiento. Las escenas representadas son: la Anunciación, la Visitación, El Nacimiento, la Cabalgata de los Magos hacia Belén, la Adoración del Niño por los Magos, la dormición de éstos y el aviso del ángel, la presentación en el Templo. Sigue una pieza completa dedicada a los Santos Inocentes con Herodes ordenando a los soldados la matanza y con el auxilio de unos sabios que escrutan el nacimiento del Mesías en los libros antiguos. Vemos a continuación el aviso del ángel a San José y la marcha de la Sagrada Familia, de regreso a Israel, con lo que se cerraría el ciclo de la infancia de Jesús.
      Completan el conjunto histórico del templo, los canetes y los capiteles del interior, a los que se les ha visto relación con los de Santo Domingo de la Calzada.



 El  Castillo de Agüero

      Los cuatro Kms. y medio se hacen pesados por las curvas de la carretera y su estrechez, pero reconforta conforme se asciende al pueblo, la frescura del aire que se respira y la belleza de la vegetación a ambos lados de la carretera.
     Una curva muy cerrada de casi tres cuartos de esfera, la "revuelta" la llaman los agüeranos, nos abre la panorámica de los Mallos de Agüero y el municipio a sus pies. Impresionante hallazgo para el desconocedor de la ruta por la gran belleza plástica que presenta el conjunto Mallos-pueblo.
     Emplazamiento natural para una defensa militar; los documentos referidos a Agüero se remontan en el tiempo de los primeros cristianos. Plaza codiciada por todos; sobresale un documento que nos cuenta del desalojo de los musulmanes del mismo castillo, por Gallo Pennero en 1033 dando la posición militar a Sancho III el Mayor, de Navarra.
     Las vicisitudes del Castillo de Agüero debieron ser grandes, sobre todo en época de la Reconquista, ya que existen documentos en los que aparece tanto como tenencia de los reyes aragoneses navarros como ocupada por los árabes. Punto estratégico defensor del paso que de las Cinco Villas transcurría hacia San Juan de la Peña.
     El castillo estaba ubicado en la base misma o raíz de los El Castillo estaba ubicado bajo las peñas. Mallos entre la peña Sola y el resto de la masa de conglomerados. En un principio debió de estar formado por un castillo de madera adosado a la pared rocosa pues existen vestigios de madera en las paredes, pasadizo hacia las cuevas, aljibe con canalización para recoger el agua de lluvias, y varias habitaciones de las que subsisten en la actualidad una de ellas.
     Once seniores tuvo la tenencia de Aqüero entre los años 1033 y 1165 siendo Jimeno lñiguez el primero y Loferrench el último, ostentando varios de ellos el titulo de Alférez real. Entre ellos Fortún lñiguez, muerto en 1089, está enterrado en el panteón de los nobles del Monasterio de San Juan de la Peña. A pesar de los pocos restos visibles, el castillo tuvo una larga vida, pues habiendo sido construido por Sancho III el Mayor, existe en el libro de los muertos de la Iglesia Parroquial una anotación de un difunto que se mató arrojándose desde "las altas breñas del castillo en donde estaba preso" datado de principio del siglo XVII.
     La Iglesia del castillo, situada en las faldas del mismo y encima de un gran bloque rocoso, bajo la advocación de San Miguel fue también Parroquial del primitivo asentamiento de Agüero cuando éste se extendía en la ladera meridional. Por los restos existentes, San Miguel tenía planta rectangular, de una sola nave y ábside semicircular. San Miguel coexistió junto al Monasterio de San Salvador, citado documentalmente en 1082: Sancho Ramírez dona el monasterio de San Salvador de Agüero a San Pedro de Siresa; más tarde acabaría por ser la Iglesia Parroquial la de San Salvador, cuando el pueblo se traslada desde su antiguo asentamiento (en la base del Castillo) a los alrededores del nuevo monasterio. Se pone así de manifiesto, igual que ocurre en Loarre, el descenso de la población desde las partes más altas o próximas al castillo, hacia zonas más bajas.
      Este hecho está atestiguado por el nombre del barrio nuevo que se creó (hoy el más antiguo del pueblo) y que se sigue llamando 'burniau' (contracción de burgo nuevo, similar al de Jaca). La ermita de San Miguel fue derruida por orden superior (del obispado de Jaca) el siglo pasado, y vendida su piedra y mampostería a un vecino del pueblo, boticario de profesión, según consta en los libros parroquiales.


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Manuel Tomé. 2001.