|
El
emplazamiento de Agüero es sumamente
pictórico y montaraz, sobre la cumbre de una elevada loma, a considerable
altitud respecto del cercano curso del Gállego, encerrado ya en las montañas
prepirenáicas y dominando un amplio valle. Al norte, este valle se halla
cerrado por la espectacular sierra llamada Mallos de Agüero, con las caprichosas
formas en sus masas de conglomerados, de tinte ligeramente rojizo, típico
de la era Terciaria; muy similares a los más conocidos Mallos de Riglos,
situados en la orilla opuesta del Gállego. Los Mallos de Agüero son una
estribación de la larquísima sierra de Santo Domingo.
El
origen de Agüero, como el de la mayoría
de las localidades
en la abrupta franja prepirenaica, se remonta a la época de La Reconquista;
únicamente quedan vestigios del castillo, que ya existía a fines del siglo
X, y del cual conocemos documentalmente los nombres de sus diez "tenentes"
que lo custodiaron a lo largo de los siglos XI y XII hasta que cesó su
interés táctico. A título de pequeña curiosidad histórica citaremos que
a comienzos del siglo XII, la reina Berta (viuda de Pedro I de Aragón)
gobernó desde Agüero el llamado "reino" de los mallos, que incluía Murillo,
Marcuello, Riglos y hasta Ayerbe.
En las encosteradas calles de Agüero, algunas casas conservan la castiza
fisonomía del Prepirineo, destacando
considerablemente por su importancia artística la iglesia parroquial,
y en sus alrededores, la iglesia de Santiago, en las que brilla el arte
románico. La primera, dedicada al Salvador, preside la plaza principal,
destacándose en ella la elevada torre, cuadrada, de los siglos XVI-XVII,
con varios cuerpos separados por impostas. Es una iglesia con tres naves
de origen románico, bastante reformada posteriormente, que conserva de
entonces la nave central, bajo bóveda de cañón apuntado, aunque su ábside
semicircular se rehizo en época barroca, a cuyo arte pertenece el magnífico
retablo con esculturas. Bajo el ábside subsiste la primitiva crípta (s.
XVI). Las naves laterales se rehicieron en época tardogótica, con bóvedas
estrelladas y pilares cilíndricos ya renacentistas, reunidos por anchas
arcadas decoradas por casetones del último estilo. La pieza más artística
es la portada, abierta en el costado norte de la nave románica y precedida
por un pórtico posterior por los arcos en medio punto; constituye una
bellísima composición con
arquivoltas semicirculares profusamente labradas con diversos motivos
del arte románico; además, tiene unas columnas laterales y un soberbio
tímpano con el Pantocrátor en su centro, rodeado por las cuatro figuras
de los Evangelistas: el ángel, el león, el toro y el águila.
En la cercana casa rectora, o abacial,
D. Luis Galindo Bisquer, que fué párroco de Agüero
creó
un originalísimo Museo temático consagrado al Organo, con numerosísimas
piezas de toda clase; es algo realmente insólito y digno de todo encomio.
A unos 700 metros de la villa, la
iglesia de Santiago es una joya del románico, sin reformas posteriores
pero inconclusa, pues estaba destinada a ser una iglesia en planta de
cruz latina, pero no llegó a construirse la nave, por lo que aparece como
un templo cortísimo, compuesto sólo por el crucero y los tres ábsides
semicirculares, del siglo XII. Gran riqueza decorativa y escultórica ofrecen
los frisos y los capiteles; particularmente los de la bella portada, que
ostenta también un tímpano esculturado con la Adoración de los Magos.
El desconocido escultor ha recibido el nombre de Maestro de Agüero, y
la advocación revela la cercanía del Camino de Santiago.
|